En este taller intentaremos explorar esta concepción de Kiarostami en torno a la construcción de un espectador (activo). Se trataría entonces ya no sólo de pensar las diferentes poéticas de cine que pueden detectarse en el cine que vemos sino, incluso, de sugerir tímidamente una poética del espectador; es decir, ensayar libremente un análisis sobre cómo se mira una película, lo que implica examinar las categorías que se ponen en juego en la historia secreta de una mirada, la de cada espectador, la que no siempre ha sido elegida y determinada a voluntad.
5 Ejemplos, 5 dilemas, 5 herramientas en dos horas.
- Se entregarán certificados
- INSCRIPCIÓN: francogiorda@hotmail.com
Recomendamos para aquellos interesados, una nota del realizador del taller Roger Koza : ¿El cine puede hacernos más libres? http://ojosabiertos.wordpress.com/category/ensayo/page/6/
Apuntes del Taller
Formación de espectadores
Para mirar se necesitan más que un par de ojos
El crítico y programador de festivales
internacionales, Roger Koza, “prestó su mirada” a los asistentes del taller de
espectadores organizado desde el Proyecto de Extensión “Experiencias
cinematográficas, territorios del cine” que se realizó el 28 de agosto en la Facultad de Ciencias de la Educación. Uno de
los temas principales fue la dimensión sonora de los films.
Franco Giorda
Como punto de partida Roger Koza planteó el
problema de la supuesta asimetría que se genera en el acto de comunicar o en el
hecho de que alguien hable y los demás escuchen (o que alguien muestre y los
demás vean). El crítico puso en cuestión la idea de que uno sepa y los otros
aprendan en el marco de una relación desigual. Al mismo tiempo, planteó la duda
en cuanto a la formación de espectadores ya que es una idea polémica en el
marco de la experiencia cinematográfica.
En el taller denominado “Alguna vez Kiarostami
me prestó sus ojos”, Koza dejó planteadas éstas y otras cuestiones frente a las
cuales asumió posición al tiempo que servían de invitación para pensar,
dialogar e, incluso, disentir en relación al conocimiento, la ética y la
belleza que implican la imagen y el sonido.
Koza explicó que el título del taller surge de
los dichos del director iraní quien, en alguna oportunidad, apeló a un refrán
acuñado por el pueblo persa que afirma que para ver con intensidad se necesita
otro par de ojos además de los propios. “Hay que pedir otro set de ojos. Alguien
nos tiene que prestar su mirada. Se trata de una transacción extraña” dijo al
respecto Koza.
A lo largo de su exposición, el programador de
los festivales de Hamburgo y de la Universidad Nacional
Autónoma de Méjico acompañó su discurso con el movimiento enfático de las
manos. Las palabras fueron completadas con imágenes invisibles creadas por el
accionar de sus brazos en el aire. Desde el universo que contiene la máxima
apertura de las articulaciones hasta la compresión de un puño cerrado se podía “ver”
su oralidad.
SONIDO. El énfasis de la charla organizada por
el Proyecto de extensión “Experiencias cinematográficas, territorios del cine”
de la FCE estuvo
puesto en la dimensión sonora del cine. Una de las razones de esta decisión de
Koza es que el sonido es una zona poco abordada por los críticos, la teoría
cinematográfica y los propios realizadores.
Sin embargo, cine es un conjunto de dos
órdenes yuxtapuestos: la imagen y el sonido. El material elegido para remarcar
esta afirmación fue “Shirin” de Kiarostami. Allí pudo apreciarse una “disfunción”
entre la imagen y el sonido. Se veía una cosa y se escuchaba otra. Aunque una
con otra podían converger en la dimensión cinematográfica. Se trata de dos
estímulos de nuestro aparato perceptivo reunidos en la pantalla. “El sonido no
necesariamente refuerza la imagen” concluyó Koza.
Otra de sus apreciaciones fue que se puede
ingresar a las películas a través de los sonidos. Esto provoca un
descentramiento de la percepción habitual y puede habilitar a hacer conciente el
trabajo elaborado “por fuera” de la imagen.
Debido a los nuevos sistemas de audio, en la
actualidad la experiencia del sonido está fragmentada, sostuvo el crítico. Esto
no es un problema en sí mismo. Sin embargo, si pasa desapercibido o es naturalizado
se corre el riesgo de perder de vista (o de oído) que el sonido y la música son
un conjunto. En relación a esto, Koza planteó el hecho de cómo es que se filma
a los músicos haciendo música y de cómo se le da visibilidad al sonido. En este
marco, trajo a colación “La vida útil” del uruguayo Federico Veiroj.
PLANOS. “El plano es el encuadre de un mundo
en movimiento” definió Koza. Los planos iniciales de una película son
fundamentales, son la invitación a un universo. El centro del plano es el
centro de gravedad de la atención pero, sin dudas, que hay mucha más
información en una toma. Por este motivo, es que se puede ingresar desde
diferentes lugares a la experiencia cinematográfica, dedujo el expositor.
Dentro del plano se puede ver, por ejemplo,
cómo se habita el espacio y cómo entra el sonido en escena. El plano es la
conciencia del director. En esta secuencia se vieron planos de las películas
Código Desconocido (Michael Haneke) y Rosetta (Jean-Pierre y Luc Dardenne).
AL PASAR. Durante el encuentro desarrollado en
el auditorio Rodolfo Walsh, Koza deslizó conceptos y convicción en relación al
cine. Por ejemplo, dijo que “la división entre cine de arte e industrial es
sospechosa”. En este sentido, afirmó que “Hollywood no es todo lo mismo” e hizo
referencia a “una aristocracia secreta del propio gusto”. Por eso, propuso la
idea nietzscheana de “pensar contra uno mismo”.
En vistas a no cristalizar las producciones, también
dijo que “las películas son móviles, pueden funcionar en el universo de uno
mismo de diferente modo según sea el momento en que se vean. Esto es parte de
pensarse como espectador. Las certezas más queridas no se mueven pero aparecen
nuevos juegos en la observación”.
En otro momento, se refirió a las formas de
presentar las películas ante los financistas y en los festivales. La conclusión
fue que las formas de hacer y presentar las obras son políticas.
En cuanto a la potencia del cine, dijo que los
directores dicen más cosas que las que se plantean. Así es que las películas
pueden ser más inteligentes que sus realizadores. Esto ocurre porque en los
planos aparecen zonas del inconciente. Muchas veces, esto se comprueba en las
entrevistas o en el diálogo con espectadores cuando los directores terminan por
hacer conciente lo que filman.
En relación a la conciencia, Koza manifestó
interés en aquellos que explicitan su pertenencia de clase. Dijo que esto es
más bien raro en los cineastas y consideró que tendría que ser más frecuente en
el caso de los documentalistas. De todos modos, esto siempre aparece de algún
modo, agregó.
ARGUMENTOS. La historia que cuenta una
película puede no ser lo más importante, juzgó Koza. Ésta puede ser mínima, sin
embargo, lo que es maximalista es la experiencia visual y sonora. En este
sentido, se pronunció en contra de la dictadura del argumento. “Reducir el cine
al guión es una manera de perderse el universo que se pone en juego” afirmó. La
experiencia estética demuestra que a un film se puede entrar por su completud o
por sus partes autónomas. Se puede ingresar por una mirada descentrada del
centro de gravedad del plano.
CINEFILIA. A partir de la pregunta de una de
las asistentes al taller, Koza desarrolló el concepto de “cinefilia”. Así fue
que dio cuenta de su historicidad, de los distintos tipos que existen y también
dijo que se trata de un modo de tener una experiencia del mundo. También hizo
alusión a su etimología.
FORMACIÓN. Consideró ineludible para los que
están interesados en el cine la combinación del visionado con la lectura de la
palabra escrita. El cine nació al lado de los textos y éstos recuperan la
imagen. También afirmó que el aprendizaje colectivo es insustituible. Por
ejemplo, ver comedias con otros ayuda a descubrir el humor donde uno no lo
puede apreciar. La risa de los demás es la señal de esos terrenos humorísticos.
PRESTADOS. Fue así que durante casi cuatro
horas, Koza prestó su mirada al auditorio para ver la poética del cine y del
propio espectador (activo). La expectativa de “de ensayar un análisis sobre
cómo se mira una película, lo que implica examinar las categorías que se ponen
en juego en la historia secreta de una mirada, la de cada espectador, la que no
siempre ha sido elegida y determinada a voluntad” fue colmada.