Germania.
Afecciones de ese transcurrir…
“El ritmo de una
película surge…en analogía con el tiempo que transcurre dentro del plano…”
A. Tarkovsky
En plano general un grupo de niños-jóvenes saltan al
atardecer en una planicie que los cobija
y los esconde…son siluetas que aparecen
y desaparecen en la hierba, entre risas…
El bello y demorado plano inicial del film, su
duración, anuncia el tiempo narrativo de
la película de Maxi; desde allí, Germania nos lleva de la mano (a veces
nos arrastra) hacia adentro del plano…Lo que viene después es la profundidad,
el espesor de la espera, el interminable instante que precede a la partida de
los tres protagonistas, la madre y sus hijos: Brenda y Lucas. Como dijera Maxi, “ellos todavía se están
yendo.”
No es sólo la voluntad de los protagonistas la que -
intuimos- querría aplazar la partida, el
paisaje se ha confabulado para retenerlos. Hay una relación orgánica entre los
cuerpos, la lengua, la luz, los olores,
los silencios…un organismo vivo que oímos respirar y que se resiste a desmembrarse…Paradojalmente, lo sabemos (como
los jóvenes hermanos), el vínculo condena y salva…
El plano final (el patio de la casa familiar y esa luz) recuerda la presencia ausente
de una atmósfera íntima, familiar–el sonido de la lengua materna, los juegos,
el silencio elocuente de las miradas cómplices- tan atractiva como inquietante…
un territorio de la memoria que siempre es posible volver a habitar.
Alicia
Naput
|